Mi primer café del día (Libre)

El camino de mi nueva casa hasta el local de starbucks más cercano era de unos 10 min, lo cual es cerca. Abrí la puerta del establecimiento y el olor a café golpeo contra mi cara, delicioso, pensé. Eso era lo que amaba de este lugar, el olor y el silencio, pero más que todo el olor. Soy adicta a café y he ido a muchas cafeterías pero en ninguna he percibido aquel magnífico olor.

Caminé hacia la caja y cuando estuve frente a una chica pelirroja de contextura mediana y pecosa coloqué mis lentes de sol sobre la cabeza y la miré y ella sonrió y me preguntó que iba a pedir, sonreí levemente, no estaba de muy buen ánimos hoy, levanté la vista hacia la pizarra. - Un Latte y ... - volví a mirar hacia la pizarra - Y un bollo de canela- De mi billetera saqué un billete y pagué, agradecí y cuando ya tuve lo que pedí me fui a sentar a las mesas que daban para la calle.

Dejé mi café y mi bollo sobre la mesa y me senté. Traía puesta las gafas de sol, ya que el sol brillaba.
Suspiré y froté mi sien, me palpitaba fuertemente.
Comencé a mirar hacia la calle, la gente venía e iba, algunos carros se estacionaban delante de los locales. Gente riendo y otros caminando apresurados. Me preguntaría que estarían haciendo mis amigos en casa.

Volví lentamente la cabeza al escuchar una voz masculina que hablaba en mi dirección, enarqué una ceja y lo miré fijamente a través de las ray ban. Asentí lentamente e hice un movimiento con la mano indicándole que podía sentarse. - Seguro -

Me pregunté si la vería algún día por el bar. Si era así, me alegraría más de una noche, yendo al bar. Escuché su pregunta y asentí.

—Si, bueno nací aquí pero me mudé cuando tenía trece años. Pero ahora me he vuelto a mudar.—respondí mirando el café unos momentos para después, darle otro trago. Prefería no recordar por qué me había alegrado tanto cuando me mudé otra vez aquí. Cuando me fui a Hawaii, no me gustó demasiado el cambio. Después me comenzó a gustar, para terminar en odiar aquella mudanza. Suspiré y la miré cogiendo el bollo.

—¿Y tú? ¿Eres de aquí?—le pregunté. Le di un mordisco al bollo, y me quedé mirando al suelo.