Creo que me he perdido [Anabeth]

Acababa de salir de la biblioteca después de estar toda la tarde metida entre libros para terminar mi trabajo de filosofía, que aunque no era para el día siguiente, ya no tendría que hacerlo el fin de semana. Di un pequeño pero largo suspiro y bajé al metro, colgándome el bolso del hombro y dando pequeños saltitos para bajar las escaleras.
Me puse a rebuscar en el bolso el móvil para ver si me había llegado algún mensaje o algo cuando choqué con alguien, tirando mis libros al suelo.
-Joder...-maldije para mi misma a la vez que me agachaba para recogerlos, alzandola vista hacia la persona con la que había chocado, de pronto un ruido llamó mi atención...genial, acababa de perder el tren.

Había encontrado una salida. O al menos, eso parecía. Había ido a parar al metro. Sonreí al ver las escaleras. Me dirigí hacia ellas, con orgullo, ya que yo me orientaba muy bien. Escuché un ruido y me giré para ver al tren pararse. Justo entonces, me choqué contra una chica. Resoplé, pero sonreí al ver que se le habían caido los libros. la mirémejor y vi que era Anabeth Lodge.

—Deberías de tener más cuidado, niña.—le dije con amargura.

Vi como el tren se iba y sonreí aun más. Suponía que era el tren que ella tenía que coger. Reí un poco y la miré con algo de socarronería.

—¿Era tu tren? Oh, vaya. Lo siento.—me burlé.

Escuchar aquella voz hizo que me irritara sin tan siquiera tener que alzar la mirada para saber que se tratab de Nathaniel. Me puse de pie y clavé mi azulada mirada en la suya con una ceja enarcada cuando se rió porque había perdido el tren...¿y si lo tiraba a las vías del tren?
Empecé a contar mentalmente hasta 20 antes de cometer un error, dejé escapar el aire de mis pulmones y la expresión en mi rostro cambió a una más serena.
-Tranquilo, encuanto encuentre el móvil llamo a mi chófer para que me saque de aquí lo antes posible, el aire se está contaminando.-Lo miré de arriba abajo y sonreí con burla, de forma cínica e irónica.

Nate era muy valiente al sostenerme la mirada, ya que habían muy pocas personas que lo hacían, sobretodo cuando empezaba a enfadarme...como en aquel momento.
Volví a serenarme, puesto que las discusiones con él eran algo normal cada vez que nos veíamos, sin dejar de lado la atracción que flotaba a nuestro alrededor siempre que teníamos encuentros como aquel.

-Por lo menos algunos sabemos lo que es un buen perfume...-metí la mano en mi bolso y saqué un pequeño botecito blanco que contenía jabón líquido. Me acerqué a él y lo deposité en su mano.

-Te vendrá bien, y no hace falta que me lo agradezcas.-le susurré en el oído y volví a mi lugar, guiñándole el ojo y dándome la vuelta para comenzar a subir las escaleras rumbo a la superficie.
En cuanto tuviera cobertura en el móvil llamaría a casa para que vinieran a recogerme, aunque estaba segura de que a mi padre no le iba a gustar que estuviera sola.

Reí ante lo de ''buen perfume''. Era bueno, olía bien, pero la verdad, prefería decirle que olía mal.

—¿Buen perfume? Hueles igual que un perro mojado.—me burlé. Vi como me daba un bote, y yo enarqué una ceja. Vi como se daba media vuelta, y yo la seguí. Era por molestarla y porque además, iba a irme de allí. Sonreí, mientras caminaba hacia ella. Le di el jabón y sonreí irónicamente.

—No necesito tu perfume. Huele a muerto.—le informé, mientras la miraba desafiante. La miré a los ojos, con algo de diversión. Me encantaba ver sus reacciones. Bueno, en realidad, me encataba hacerle de rabiar.

Antes de subir el último escalon escuché sucomentario y puse los ojos en blanco , alegrandome de no tener que soportarlo más.
Casi me voy de bruces cuando se puso delante de mi para cortarme el paso y devolverme el perfume, acompañado de un ''bonito'' comentario.

-Nathaniel, si luego te tiro a la calle para que te atropelle un coche, que no te extrañe en lo más mínimo...-le dije en un tono cínico. Pude sentir sus mirada desafiarme y tan sólo me limité a enarcar una ceja y coger el bote de jabón, dejandolo caer al suelo.

Anabeth dejó caer el bote de jabón. Eso no me extrañó para nada. Reí cuando dijo que no me extrañara si me tiraba a la calle para que me atropellaran.

—No me extrañaría. Al contrario: me extraña que aun no lo hayas hecho.—dije para después reirme un poco. La verdad, es que si me extrañaba. La molestaba, la insultaba indirectamente, y le hacía más cosas, tantas que ni las recordaba. Sonreí de medio lado. Era un chico con suerte.

Dejé escapar un bufido por la nariz y me acerqué a él, mirandolo fijamente y mordiendome el carrillo derecho, esbozando una falsa sonrisa.

-Será mejor que me vaya, no quiero que me vean con algo tan feo como tú.-Sonreí de forma burlona y pasé a su lado, parando de caminar y pisandole un pie.

-Para ver si así tienes una excusa mejor para cuando vuelvas a chocar con alguien.-Le susurré en el oído, sonriendo con suficiencia y volviendoa renaudar el paso.

Con él no me gastaba en discutir de forma civilizada y elegante, era demasiado idiota como para entender mis sarcasmo u otros comentarios...no valía la pena gastar mi valiosísimo tiempo en él.

Reí ante lo que dijo. Sentí como me pisaba el pie y me mordí el labio inferior. Reanudó el paso y yo fui tras ella.

—¿Sabes qué? Será mejor que no vayas sola. Es peligroso, ¿sabes?—dije sonriéndole irónicamente. La iba a acompañar para molestar, solo por eso, nada más. Estaba claro que no la iba a acompañar para que estubiera sana y salva.

Rodé los ojos y los puse en blanco cuando lo escuché hablando detrás de mi, estaba empezando a ponerme de los nervios.

-Ya sé que te gusto y eso, pero esto se llama acoso...-me giré y me acerqué a él, susurrando dichas palabras muy cerca de sus labios, rozandolos con los míos.
Hice amago de besarle pero me giré, volviendo a caminar.

Sabía que si me acompañaba era por molestarme y hacerme la vida imposible, no por querer verme sana y salva, o por evitar que me pasara algo en el camino.

Escuché lo que decía, de que me gustaba.¿Ella? ¿Gustarme a mí? Solté una carcajada. Entonces me di cuenta de que ella se encontraba a escasos centímetros de mí. Peor, milímetros. Sentí como rozaba mis labios con los suyos. Pensé que me iba a besar cuando se giró y siguió caminando. Yo la seguí.

—¡Venga ya! No me gustas. Simplemente te acompaño, porque quiero que estés bien. Pero si prefieres que te deje en paz y te deje aquí, sola y sin compañía, pues bueno. Me iré.—le dije encogiéndome de brazos.

Estaba claro: no la dejaría ir así como así. La seguiría y por el camino la molestaría. Sonreí socarronamente ante esto.