Moonless Night

Era enero cuando Bella se mudó a Forks a vivir con su padre, Charlie. El primer día de clase conoció a algunas personas, sí; pero fueron los Cullen los que más llamaron su atención. Por eso, cuando saliendo del gimnasio a última hora Edward Cullen le hizo una seña casi imperceptible y únicamente dirigida a ella indicandole que lo siguiera, ella accedió gustosa. Daba igual que el chico se hubiese mostrado en Biología realmente extraño, como si la odiase por alguna misteriosa razón. Seguramente solo querría disculparse. Pero dentro de los planes de Edward no había ninguna disculpa. Se había asegurado varias veces de qeu nadie lo veía indicar a la chica Swan, no quería atraer sospechas. La llevó hasta un lugar apartado, dentro ya de la extensión inmensa de bosque que constituía los alrededores del pueblo. Fue fácil matarla, no podía oir sus pensamientos. Y aunque antes eso le había llamado la atención ahora no era otra cosa que algo positivo. La mató sí, lentamente y saboreando cada gota de su terriblemente exquisita sangre. Llevaba muchos años reprimiendo aquellos instintos, y ahora que los había dejado salir iba a costarle más que nunca contenerse. Cuando notó que su corazón daba ya su último latido escuchó las mentes de sus hermanos, se acercaban y sabían lo que había hecho. Alice se lo había dicho, pero su fe en él la había hecho no ir en su búsqueda. Debería haber venido antes, no haber confiado tanto en él. Al verlos a los cuatro allí, de pie, mirándolo, recordó porque no hacía estas cosas. No quería ser un monstruo. Y ahora lo era. Lo veía en sus mentes, sobretodo en la de Rosalie, que ni siquiera trataba de ocultarlo. También le decía que era la verdad, y ella no mentía a la gente a la que quería. Era un monstruo, ellos tenían razón. Debía irse antes de poder hacer daño a nadie más.

-No, no puedes irte. Se nos echaran encima si lo haces-dijo Alice. Cierto, levantaría sospechas si se iba el mismo día en el que la chica desaparecía.

Así pues, Alice y Emmett se encargaron de ocultar el cadaver ya vacío de las miradas de los humanos. Lo ocultaron en un lugar donde nadie más que ellos podría llegar. Un lugar tan apartado que nadie pensaría en buscar a Isabella Swan allí. Edward fue conducido a casa por Jasper, que trataba de calmar el ambiente con su don, y Rosalie, que parecía divertida ante la idea de no ser la más cruel de todos y también algo triste por la pérdida de una vida humana. Al llegar a casa elaboraron un plan, simple pero efectivo. Edward se podría ir una vez el ambiente se hubiera calmado, no antes.

La búsqueda de Bella Swan comenzó aquella misma tarde, cuando Charlie no la encontró en casa al volver del trabajo. Telefoneó a todo el mundo, cada persona del pueblo y nadie la había visto tras su clase de gimnasia. De hecho, su coche seguía en el aparcamiento del colegio. Tras un mes de búsqueda infructuosa se la dio por muerta al haber encontrado su mochila en las inmediaciones de la escuela. Al poco tiempo Edward Cullen conseguía una beca para estudiar en Europa.

Ha pasado un año y Edward, por fin, ha decidido volver a casa. Aún recuerda lo vivido en Europa y en Forks. Lo que le hizo a aquella chica lo atormenta casi constantemente, ha tratado de huir pero no lo ha conseguido. Pasó una temporada con los Volturi, pero su estilo de ida no le convenció. Estos, por su parte, enviaron una partida de su guardia a Forks indefinidamente, hasta que se concluya o se cierre el caso de Bella Swan. Los licantropos han declarado la guerra a los Cullen, aunque nadie se atreve a dar el primer paso y atacar al otro bando.

Los Cullen se han ido separando gradualmente hasta el punto de casi no hablar entre ellos. La marcha de Edward y lo ocurrido en este año los ha dejado marcados, y aunque aun se quieren como una familia ya nadie tiene ganas o fuerzas para demostrarlo.